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La piedra es la protagonista de estas mesas diseñadas por Michael Anastassiades con la intención específica de resaltar la opulencia de los mármoles elegidos para su colección "Love me, Love me not". La simplicidad de cada mesa es engañosa. Por ejemplo, si nos fijamos en las patas, las de las mesas rectangulares parecen una pata convencional de cuatro esquinas, pero si nos fijamos bien veremos que, en realidad, son curvas. Esto no sólo crea la sensación de que la pata se retrae, sino que también tiene el efecto de aligerar la propia mesa. En las mesas redondas, Michael colocó las tres patas a la distancia justa para garantizar la estabilidad, unidas en el centro para crear una columna de tres partes.
